En el letrero de un comercio, en la pintada de un muro, en una canción… y, sobre todo, en los libros. Daba igual su género, temática, forma o formato, Mario era un enamorado de los libros y las librerías.
De sus paseos por barrios, pueblos y ciudades siempre llegaba a la oficina cargado de lecturas. En su mochila había ejemplares adquiridos en librerías de todo el mundo. Y su intención no era llenar estantes, sino compartirlos con sus amigos y las personas con las que trabajaba. Así, poco a poco, libro a libro, construyó la cultura literaria de la que hoy disfrutamos en Prodigioso Volcán.
Esta Inspiroteca es parte de su legado. Esperamos que la disfrutes.
Soy periodista y ahora ando a caballo entre los pódcast narrativos y las ficciones sonoras. Recuerdo una tarde con Mario, paseando por el Retiro, y contándole que estaba fascinada con Ramón y Cajal. Él me dijo que tenía un busto antiguo del científico como si fuera un tesoro y ¡bum! ¡Explosión! Ocurrió una de esas sincronías geniales de dos personas fascinadas por un mismo asunto. Por eso, para mí, hoy son imprescindibles sus 'Aforismos y charlas de café'. Recuerdo otra vez que Mario volvió de Colombia y me dijo: “He descubierto una cosa que te va a encantar: la literatura de cordel”. Estuvimos mucho tiempo hablando de esa literatura y de los romances de ciego. Por eso, ahora guardo como una joya el libro 'Romances de ciego'. Y recuerdo otra recomendación de Mario que leí del tirón: 'Los ingenieros del caos'. Imprescindible para entender el mundo de hoy. Porque hablar con Mario siempre era eso: entender, descubrir, saltar de ilusión.